Andy Warhol, afamado cineasta y artista plástico de gran apogeo en la década de los cincuenta, tuvo un día una curiosa premonición que en la actualidad ya se alberga dentro del grupo de frases célebres: “En el futuro todo el mundo será famoso durante quince minutos. Todo el mundo debería tener derecho a quince minutos de gloria.”
Warhol tenía abundantes razones para argumentar este hecho; Él mismo, siendo director de la compañía “Factory”, comprobaba en primera persona como la sociedad cinematográfica incrementaba año tras año sus posibilidades de producción, siendo a la vez consciente de que estas novedades tecnológicas se sucedían en otros campos como el de los medios de comunicación informativa. Y es que tal era dicha expansión, que bien podía ser posible en aquel entonces, creer en un porvenir que, sin duda, centrado en el ideal demócrata suponía un gran triunfo.
Pero quizás porque Warhol jamás llegó a tener grandes intereses políticos y su observación de la sociedad( basada principalmente en fotografiar y grabar con su cámara casi todo aquello que observaba) , podía llegar a resultar bastante frívola y superficial ( Véase su frase : Amo Los Ángeles. Amo Hollywood. Son tan hermosos. Todo es plástico, pero amo el plástico. Quiero ser plástico) no tuvo cabida en su axioma la posibilidad de que estas innovaciones pudiesen ser fácilmente utilizadas y manipuladas por las altas jerarquías, censurando a todas aquellas voces “contra poder”.
En nuestros días, creo que se cuestiona más bien poco esta problemática. Cuando hablamos de avances tecnológicos mezclados con política , inevitablemente comenzamos pensando en los EE.UU de América y aquel famoso debate televisado entre Nixon e Kennedy, en el cual éste último consiguió transmitir a la audiencia del año 1960, una mayor credibilidad y seguridad frente a la cámara que más tarde, se vio proyectada en su victoria. En mismas circunstancias pero bastantes años después, el demócrata Barack Obama también se propuso ganar votos a través del contacto con la ciudadanía usando nuevos medios de esta era como twitter o la creación de una propia página web (BarackObama.com).
Dichos ejemplos nos incitan a pensar que gracias a la utilización de estos materiales,podemos tener un mayor contacto y cercanía con nuestros políticos… Pero, ¿hasta qué punto esta interacción tiene como causa el beneficio de la actividad demócrata? Si nos paramos a analizar las veces en las que más dispositivos tecnológicos se pusieron en marcha, descubriremos que siempre coincidió con pleno período electoral, donde por conveniencia del propio partido se proyecta una imagen masiva y recargada de marketing y publicidad. Pero, ¿Qué nos reporta esto a nosotros? Simplemente verdaderos engaños y manipulaciones.
De otro modo, es curioso que cuando alguien decide alzar la voz y preguntar por qué en este Estado no se realiza una democracia más directa y transparente con la convocación de referéndum, la respuesta de la clase política es casi siempre la misma “carecemos de suficientes medios”. Una contestación que habla por sí sola y solo deja lugar a la indignación, rabia y protesta.
No sería tampoco justo dejar de hacer mención a toda aquella gran información que vive sumergida y se muestra invisible ante los medios convencionales. Ejemplo actual, pueden ser las últimas protestas ucranianas, donde la prensa mayoritaria evita explicar la gran intromisión de grupos neo-nazis. Así como también otro dato de no tanta actualidad, sucedido hace años en EE.UU, cuando la canción de la cantante Pink “ Dear Mr. President” fue censurada en las radios por su connotación protesta anti-Bush.
Es triste que para mostrar las diferentes caras de la noticia, tanto las/os verdaderas/os periodistas como todas aquellas personas consideradas anti-sistema, se tengan que esconder bajo infraestructuras casi “clandestinas” que gracias a medios como Internet hacen posible su difusión. Y es en este punto donde debemos coger el verdadero ejemplo de lo que es en sí un buen aprovechamiento de medios; aquellos que nos permiten hablar y vivir en libertad y no los que nos impiden el derecho a que nuestros pensamientos sean escuchados, o nos muestran un presidente de Estado, dando una conferencia a través de pantallas gigantes que no permiten a la/él periodista realizar ningún tipo de pregunta que comprometida.
De haber vivido Karl Marx en la era de la Revolución tecnológica, casi seguro que habría puesto también de relieve en el “Manifiesto comunista” la necesidad de que el proletariado, la gente trabajadora, se apoderara de esta industria que tantas masas puede mover ideológicamente y que sin duda, puede llegar a cambiar el mundo.
Brenda González Fernández
Periodismo y Ciencia política
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